Una de las consecuencias de lo ocurrido en la central nipona de Fukushima I es esta difícil pregunta cuya respuesta es aún más complicada.
Nos guste o no, hoy en día con el gasto energético que tenemos, prescindir de ella es imposible.
Si bien es verdad que abrir una central nuclear es extremadamente caro, esta proporciona muchísima energía a un precio muy bajo, por lo que es sumamente atractivo para las empresas energéticas. Estas empresas nos son diferentes a las demás, por lo que el factor ahorrar costes está muy presente; muchas veces descuidando la seguridad. Por esta simple razón, ninguna central nuclear debería estar en manos privadas, sino que siempre gestionadas por el estado.
En el estado español, tenemos el debate de la ampliación de la vida útil de Garoña, en Burgos. Una vez eliminado el empresario, hay que centrarse en el beneficio general, por lo que este debate no se daría. Porque si una central se diseña para 40 años, el riesgo de esa central crece exponencialmente a partir de ese momento.
Pero a nadie se le escapa que uno de los mayores inconvenientes de este tipo de energía son los residuos que genera: ¿qué hacer con ellos?. Algunos países como Francia, China y Rusia utilizan una técnica que reduce los residuos en un 96%. Esta técnica consiste básicamente en reutilizar los residuos, consiguiendo mucha más energía con el mismo combustible. La razón de la no utilización generalizada de esta técnica es la subida en el coste de explotación, ya que hay que separar la parte inservible de los residuos de cada ciclo de los que realmente son reutilizables. Una vez más llegamos a la conclusión de que si nuestras centrales no estuvieran en manos privadas, todas reutilizarían los residuos una y otra vez, mientras fuera posible. Aún así, hay que investigar qué hacer con los residuos restantes.
La investigación científica, en el campo de la energía está muy poco fomentada, ya que cuánto menos se sepa de fuentes de energía alternativas, más dependencia hay al petróleo, y esto, interesa a unos cuantos magnates que están dispuestos a comprar todo tipo de patentes para que no salgan a la luz pública y se les fastidie tan lucrativo negocio.
En resumen, la energía nuclear es necesaria, pero no a cualquier precio, y no me refiero al económico sino al humano y ecológico. Es necesario sacar a las empresas de las centrales, fomentar la investigación y respetar todas y cada una de las medidas de seguridad, excluyendo toda ampliación de la vida útil de las centrales.
Nos guste o no, hoy en día con el gasto energético que tenemos, prescindir de ella es imposible.
Si bien es verdad que abrir una central nuclear es extremadamente caro, esta proporciona muchísima energía a un precio muy bajo, por lo que es sumamente atractivo para las empresas energéticas. Estas empresas nos son diferentes a las demás, por lo que el factor ahorrar costes está muy presente; muchas veces descuidando la seguridad. Por esta simple razón, ninguna central nuclear debería estar en manos privadas, sino que siempre gestionadas por el estado.
En el estado español, tenemos el debate de la ampliación de la vida útil de Garoña, en Burgos. Una vez eliminado el empresario, hay que centrarse en el beneficio general, por lo que este debate no se daría. Porque si una central se diseña para 40 años, el riesgo de esa central crece exponencialmente a partir de ese momento.
Pero a nadie se le escapa que uno de los mayores inconvenientes de este tipo de energía son los residuos que genera: ¿qué hacer con ellos?. Algunos países como Francia, China y Rusia utilizan una técnica que reduce los residuos en un 96%. Esta técnica consiste básicamente en reutilizar los residuos, consiguiendo mucha más energía con el mismo combustible. La razón de la no utilización generalizada de esta técnica es la subida en el coste de explotación, ya que hay que separar la parte inservible de los residuos de cada ciclo de los que realmente son reutilizables. Una vez más llegamos a la conclusión de que si nuestras centrales no estuvieran en manos privadas, todas reutilizarían los residuos una y otra vez, mientras fuera posible. Aún así, hay que investigar qué hacer con los residuos restantes.
La investigación científica, en el campo de la energía está muy poco fomentada, ya que cuánto menos se sepa de fuentes de energía alternativas, más dependencia hay al petróleo, y esto, interesa a unos cuantos magnates que están dispuestos a comprar todo tipo de patentes para que no salgan a la luz pública y se les fastidie tan lucrativo negocio.
En resumen, la energía nuclear es necesaria, pero no a cualquier precio, y no me refiero al económico sino al humano y ecológico. Es necesario sacar a las empresas de las centrales, fomentar la investigación y respetar todas y cada una de las medidas de seguridad, excluyendo toda ampliación de la vida útil de las centrales.
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