En esta época de crisis en los planes de austeridad de las administraciones parecen reproducirse, en la que aceptar el mal menor se ha convertido en una tónica, un pequeño estado americano se ha cansado: Wisconsin.
Este pequeño estado de apenas cinco millones y medio de habitantes, con un gobernador republicano como Scott Walker ha dicho basta. El señor Walker anunció el despido de 1.500 trabajadores del sector público y de 12.000 en la educación, además de empeorar los ya precarios seguros médicos de los funcionarios, recortar sus pensiones y limitar los derechos de negociación colectiva a lo estrictamente económico. Por si esto fuera poco, el derecho a organización gremial también queda liquidado.
El 15 de febrero ya empezaron las movilizaciones en Madison, la capital de Wisconsin, con miles de manifestantes en la calle. Al día siguiente, los manifestantes ocupan en Capitolio de Madison como señal de protesta. Día tras otro, las manifestaciones crecían y crecían, llegando a juntar el día 26, fecha de la aprobación de la ley, más de 100.000 personas en las calles de una ciudad que apenas supera los 200.000 habitantes.
Finalmente, la ley se aprobó el 26, pero los manifestantes que entraron en el Capitolio diez días antes seguían allí, sin ninguna intención de irse. Así que el gobernador Scott Walker mandó a la policía para desalojar a los cientos de trabajadores públicos, activistas sindicales y estudiantes que ocupaban la sede del gobierno en Madison. ¿Qué pasó? Llegó la policía y se unió a los manifestantes, desobedeciendo la orden directa del gobernador.
Lo más preocupante de todo, es que estas medidas no son aisladas, ya que en otros catorce estados se intentan sacar adelante medidas neoliberales de las mismas características. En el estado de Indiana también se ocupó la sede gubernamental, y en Ohio, miles de personas se manifiestan frente al Capitolio.
No podemos dejar de mencionar el gran apoyo que tienen estos trabajadores a lo largo y ancho del país. Las manifestaciones con decenas de miles de personas se suceden por las calles de Los Ángeles, Chicago, Nueva York y otras muchas ciudades.
Fuente: http://www.kaosenlared.net
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Este pequeño estado de apenas cinco millones y medio de habitantes, con un gobernador republicano como Scott Walker ha dicho basta. El señor Walker anunció el despido de 1.500 trabajadores del sector público y de 12.000 en la educación, además de empeorar los ya precarios seguros médicos de los funcionarios, recortar sus pensiones y limitar los derechos de negociación colectiva a lo estrictamente económico. Por si esto fuera poco, el derecho a organización gremial también queda liquidado.
El 15 de febrero ya empezaron las movilizaciones en Madison, la capital de Wisconsin, con miles de manifestantes en la calle. Al día siguiente, los manifestantes ocupan en Capitolio de Madison como señal de protesta. Día tras otro, las manifestaciones crecían y crecían, llegando a juntar el día 26, fecha de la aprobación de la ley, más de 100.000 personas en las calles de una ciudad que apenas supera los 200.000 habitantes.
Finalmente, la ley se aprobó el 26, pero los manifestantes que entraron en el Capitolio diez días antes seguían allí, sin ninguna intención de irse. Así que el gobernador Scott Walker mandó a la policía para desalojar a los cientos de trabajadores públicos, activistas sindicales y estudiantes que ocupaban la sede del gobierno en Madison. ¿Qué pasó? Llegó la policía y se unió a los manifestantes, desobedeciendo la orden directa del gobernador.
Lo más preocupante de todo, es que estas medidas no son aisladas, ya que en otros catorce estados se intentan sacar adelante medidas neoliberales de las mismas características. En el estado de Indiana también se ocupó la sede gubernamental, y en Ohio, miles de personas se manifiestan frente al Capitolio.
No podemos dejar de mencionar el gran apoyo que tienen estos trabajadores a lo largo y ancho del país. Las manifestaciones con decenas de miles de personas se suceden por las calles de Los Ángeles, Chicago, Nueva York y otras muchas ciudades.
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