jueves, 21 de abril de 2011

Esbozo económico de los primeros 10 años de la URSS

Tanto el comunismo de guerra como la NEP se circunscriben a unas circunstancias en las que el proletariado soviético realizo las reformas de carácter democrático y progresista que la burguesía rusa había sido incapaz de realizar al ser imposible que jugara un papel progresista por estar totalmente ligada al imperialismo.

Es un tema muy general así que no podemos más que hacer un esbozo. Cada tipo de medidas hay que entenderlas en su contexto, empecemos.

Comunismo de guerra: control total por parte del estado de la economía, cuya prioridad principal es la guerra. En esta época no se tolerarían reivindicaciones de sectores del campesinado y la pequeña burguesía que luego si se toleraron con la NEP, como el derecho de los campesinos a disponer del fruto de su trabajo y a comerciar con él, esta era una de las principales reivindicaciones de Kronstdat. En esta época incluso se hablo de militarizar los sindicatos en las fabricas, esto es, organización militar de las fabricas.

NEP, New Economic Policy (Nueva Política Económica): fue un retroceso en la edificación de la economía socialista; el propio Lenin lo reconoció, pero fue empujado por las circunstancias. Tras la guerra se deja paso a la iniciativa privada a pequeña escala. Aquí había discrepancias entre los bolcheviques: tenemos a la oposición de izquierdas, que defendía un mayor control de la economía del que se hizo, como por ejemplo un impuesto especial al campo para industrializar las ciudades e ir cerrando así la brecha que había entre ambos, o la polémica sobre el monopolio del comercio exterior, sobre la que adjunto un pequeño escrito:

La memoria de Monty Johnstone es convenientemente corta porque no hacía ni cinco años siquiera que “Stalin y la mayoría del Partido” (por ejemplo, Bujarin) habían defendido la supresión del monopolio del Estado sobre el comercio exterior y, de hecho, el 12 de octubre de 1922 el Comité Central aprobó una resolución introduciendo reformas parciales en el mismo, que aunque en apariencia eran intrascendentes, en realidad lo abolían; el propio Lenin las calificó de sabotaje. La Obras Completas de Lenin en ruso contienen toda una serie de cartas en las que apela a Trotsky para formar un bloque con él para luchar por mantener dicho monopolio. Así, el 13 de diciembre de 1922, Lenin escribe a Trotsky: “En cualquier situación, te rogaría que en el próximo plenario te encargaras de defender nuestro punto de vista común acerca de la necesidad incondicional de mantener y fortalecer el monopolio del comercio exterior” (Obras Completas, vol. 54, p. 324, edición rusa).

Por otro lado estaba la derecha bolchevique, representada por Bujarin, cuya consigna era decirle a los campesinos "enriqueceos" (literalmente). El centro del partido bolchevique, representado por Stalin, Zinoviev y Camenev (el triunvirato) se apoyaron en la derecha del partido contra la izquierda, y aunque no llevaron a cabo al pie de la letra esa consigna, si se le acerco bastante. Por esa política, durante la NEP se enriqueció el campesino rico (Kulak) que cuando vio agotado su modelo de negocio bajo la NEP, entró en conflicto con el estado soviético, lo que llevo a un boicot de la economía por parte de estos, que provocó una hambruna importante en toda la URSS en la que murieron muchos trabajadores. El paso a la economía planificada y a los planes quinquenales fue forzado por la situación y no estuvo bien planificado; fue porque la dirección dejó crecer a la burguesía campesina, que se les subieron a las barbas.

Algunos viejos bolcheviques de la oposición de izquierdas, como Pehobrazhensky, que se encontraba en el exilio, tras el cambio de política económica consideró que los hechos habían dado la razón a la izquierda bolchevique y volvió a la URSS. Fue enjuiciado y asesinado en 1936 en las grandes purgas junto a otros muchos de todas las corrientes del partido bolchevique.

Escrito por Liñares.

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lunes, 18 de abril de 2011

La ley de D'Hondt

Nuestro sistema democrático se basa en esta estupenda ley, con las consecuencias que ello supone. Gracias a ella, el bipartidismo es fomentado de una manera increíble, convirtiendo a los partidos mayoritarios en cada vez más mayoritarios y condenando a los pequeños a desaparecer.

Desgraciadamente, este sistema no es exclusivo de nuestro país, sino que se utiliza en muchos otros países como Argentina, Bélgica, Francia, Japón, Turquía... Consiste en hacer divisiones de los votos (V) que recibe cada partido de forma progresiva, es decir V/1, V/2, V/3, V/4... Se sigue dividiendo tantas veces como sea necesario y se cogen los números más grandes a la hora de repartir los escaños del congreso.

En la tabla de abajo (click para ampliar) vemos cómo se discrimina a los partidos con menos votos, suponiendo que los escaños a repartir son 21, indicando entre corchetes ([]) el orden de la secuencia.


En el estado español, según las últimas elecciones, los votos necesarios (aproximadamente) para lograr un escaño en cada partido quedarían así: PSOE 65.000, PP 66.000, UPyD 300.000 e IU 480.000.

No es justo que, para obtener un escaño, unos necesiten casi medio millón de votos, mientras que a otros les vale con apenas 65.000. Esta ley fomenta unas elecciones bipartidistas dando opción al votante a que piense, que si su voto va destinado a otros partidos que no sean PSOE o PP, su voto no valdrá prácticamente para nada, dándole lugar a escoger una de las dos opciones mayoritarias, ya que con esta ley, ni IU ni UPyD podrán optar a más. Esta es la razón del famoso “voto útil” de las últimas elecciones generales de 2008.

En noviembre de 2010, IU llevó al congreso una propuesta para eliminar esta ley, y que las elecciones fuesen democráticas de verdad por primera vez en nuestra historia, recordando que el Tribunal Constitucional ya rechazó esta ley a la hora de elegir a los senadores autonómicos.

Intentaron defender algo tan simple como 1 persona = 1 voto.

No se ha vuelto a hablar de esta propuesta.

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sábado, 16 de abril de 2011

El triunfo de Stalin

León Trotsky, 25 de febrero de 1929

Stalin fue electo secretario general en vida de Lenin, en 1922. En esa época el cargo tenía un carácter más técnico que político. No obstante, en ese entonces Lenin ya se oponía a la candidatura de Stalin. Fue precisa­mente en este sentido que habló de un cocinero amante de los platos picantes. Pero cedió ante las posiciones de otros miembros del Buró Político, aunque con escaso entusiasmo: “Probaremos y veremos.”

La enfermedad de Lenin provocó un cambio total en la situación. Hasta ese momento él, a la cabeza del Bu­ró Político, tenía en sus manos la palanca central del po­der. El segundo nivel de trabajo, la puesta en práctica de las resoluciones principales, fue confiado al secretario general Stalin. Todos los demás miembros del Buró Político se ocupaban de sus respectivas funciones específicas.

Al desaparecer Lenin de la escena, la palanca cen­tral quedó automáticamente en manos de Stalin. Se consideró que era una situación provisional. Nadie propuso cambio alguno, porque todos esperaban una rápi­da recuperación de Lenin.

Durante esa época Stalin se movió febrilmente para escoger a sus amigos y hacerlos escalar posiciones en el aparato. Cuando Lenin se recuperó de su primer ataque y volvió por un tiempo al trabajo, en 1922-1923, quedó horrorizado al ver hasta qué punto se había burocrati­zado el aparato y qué omnipotente parecía en relación a la masa partidaria.

Mientras insistía en que fuera yo su lugarteniente en e1 Consejo de Comisarios del Pueblo, Lenin discutió conmigo la forma de librar una lucha conjunta contra el burocratismo de Stalin. Había que hacerlo de manera tal que el partido sufriera la menor cantidad posible de convulsiones y choques.

Pero la salud de Lenin volvió a empeorar. En su lla­mado testamento, escrito el 4 de enero de 1923, le acon­sejó insistentemente al partido que se sacara a Stalin del poder central debido a su deslealtad y su tendencia al abuso del poder. Pero una vez más Lenin debió vol­ver a su lecho de enfermo. Se renovó el acuerdo provi­sional de mantener a Stalin en el timón. Al mismo tiem­po, las esperanzas de que Lenin se recuperara se des­vanecían rápidamente. Ante la perspectiva de que de­berla abandonar definitivamente su trabajo, quedó planteado otra vez el problema de la dirección del partido.
En ese momento, las diferencias de tipo principista todavía no habían cristalizado. El grupo de mis adver­sarios tenía un carácter puramente personal. El santo y seña de Zinoviev, Stalin y Cía. era: “No permitamos que Trotsky asuma la dirección del partido.” En el transcurso de la lucha posterior de Zinoviev y Kamenev con­tra Stalin, los secretos de este período anterior fueron revelados por los mismos protagonistas de la conspira­ción. Porque se trataba de una conspiración.

Se creó un Buró Político secreto (el Septenvirato) integrado por todos los miembros del Buró Político menos yo, con el agregado de Kuibishev, en la actualidad pre­sidente del Consejo Supremo de la Economía Nacio­nal. Todos los problemas se resolvían de antemano en este centro secreto, cuyos integrantes estaban juramen­tados. Acordaron no polemizar entre sí y al mismo tiem­po buscar oportunidades para atacarme. En las organi­zaciones locales existían centros similares, vinculados al Septenvirato de Moscú por una rígida disciplina. Se comunicaban a través de códigos especiales. Se trataba de un grupo clandestino, bien organizado, en el seno del partido, dirigido en principio contra un hombre. Las personas destinadas a ocupar cargos de responsabilidad en el partido y en el estado eran escogidas según un criterio único: la oposición a Trotsky.
Durante el prolongado “interregno” creado por la enfermedad de Lenin, este trabajo se realizó sin pausa, pero todavía en forma cautelosa y oculta, de manera que, en la eventualidad de que Lenin se recuperase, los puentes minados se mantuviesen intactos. Los conspi­radores actuaban con medias palabras. Los candidatos a los puestos debían adivinar qué se les pedía. Los que “adivinaban” trepaban la escalera. De esa manera se engendró un nuevo tipo de arribismo, que más tarde adquirió el nombre público de “antitrotskismo”. La muerte de Lenin les dejó las manos libres a los conspi­radores y les permitió salir a la luz.

Los militantes del partido que alzaban su voz para protestar contra la conspiración, se veían sometidos a ataques arteros con los pretextos más descabellados, a menudo inventados. Por otra parte, ciertos elementos moralmente inestables, de esos que en los cinco pri­meros años del poder soviético hubieran sido expulsa­dos implacablemente del partido, ahora adquirían su póliza de seguro a cambio de algunas observaciones hostiles respecto de Trotsky. A partir de fines de 1923 se empezó a realizar ese mismo trabajo en todos los partidos de la Comintern: algunos dirigentes fueron destronados y otros ocuparon sus puestos únicamente en virtud de su actitud hacia Trotsky. Se realizó un pro­ceso de selección arduo y artificial; no se elegía a los mejores sino a los más acomodaticios. La táctica gene­ral consistía en remplazar a personas independientes y talentosas por mediocres que debían su posición exclu­sivamente al aparato. Y la máxima expresión de esa mediocridad de aparato llegó a ser el propio Stalin.

Hacia fines de 1923 las tres cuartas partes del aparato ya estaban escogidas y alineadas, listas para llevar la lucha a la base del partido. Se habían preparado ar­mas de todo tipo y sólo se esperaba la señal para atacar. Entonces se dio la señal. Las dos primeras campañas de “discusión” en mi contra, en el otoño de 1923 y en el de 1924, coincidieron con épocas en que yo me encontraba enfermo, lo que me impedía hablar ante las reuniones partidarias.

Bajo la furibunda presión del Comité Central, las bases comenzaron a ser atacadas desde todos los ángu­los a la vez. Mis viejas diferencias con Lenin, anteriores no sólo a la revolución sino también a la guerra mun­dial, y desaparecidas hacía mucho tiempo en nuestro trabajo conjunto, se sacaban repentinamente a la luz del día, distorsionadas, exageradas, y se las presentaba ante las bases partidarias nuevas como si se tratara de las cuestiones más apremiantes. Las bases quedaron anonadadas, malparadas, intimidadas. Al mismo tiem­po, se comenzó a emplear en un escalón más bajo el método de selección del personal. Ahora ya no se podía ocupar un puesto de administrador de fábrica, secretario de un comité de taller, presidente del comité ejecuti­vo de un condado, tenedor de libros o secretario de ac­tas si no se poseían credenciales de antitrotskismo.

Evité esta lucha mientras me fue posible, ya que no era más que una conspiración sin principios dirigida contra mi persona, al menos en sus primeras etapas. Para mí estaba claro que esa lucha, apenas estallara, adquiriría inexorablemente un carácter muy grave y, en las condiciones creadas por la dictadura revolucionaria, podría tener consecuencias peligrosas. No corres­ponde discutir aquí si fue acertado tratar de mantener un terreno común sobre el cual poder trabajar conjunta­mente, al precio de enormes concesiones personales, o si yo debería haber asumido la ofensiva desde un prin­cipio, a pesar de carecer de motivos políticos suficien­tes como para realizar semejante acción. Lo cierto es que elegí aquel camino y, a pesar de todo, no me arre­piento. Hay triunfos que conducen a callejones sin salida, y hay derrotas que abren nuevos caminos.

Inclusive después de que las profundas diferencias políticas salieron a la luz, desplazando la intriga perso­nal a un segundo plano, traté de mantener la pugna dentro de los marcos de una discusión principista y de evitar o impedir que se forzara una decisión, para per­mitir así que las opiniones y pronósticos en conflicto pudieran corroborarse a la luz de los hechos y las expe­riencias.

En cambio, Zinoviev, Kamenev y Stalin, el que al principio se ocultaba tras los dos primeros, trataron con todas sus fuerzas de forzar una decisión. No tenían el menor deseo de que el partido tuviera tiempo de medi­tar sobre las diferencias y corroborarlas a la luz de la experiencia. Cuando Zinoviev y Kamenev rompieron con Stalin, éste automáticamente dirigió contra ellos la misma campaña de calumnias anti “trotskistas”, con toda su abrumadora fuerza de inercia, que los tres ha­bían desarrollado juntos durante un lapso de tres años.

Esta no es una explicación histórica de la victoria de Stalin, sino un mero bosquejo de cómo se logró esa vic­toria. Tampoco se trata de una protesta contra la intriga. Una línea política que busca las causas de su derro­ta en las intrigas de su adversario es una línea ciega y patética. La intriga es un aspecto técnico específico de la realización de una tarea; sólo puede desempeñar un papel subordinado. Lo que resuelve los enormes pro­blemas de la sociedad es la acción de las grandes fuer­zas sociales, no las maniobras mezquinas.

El triunfo de Stalin, con toda su inestabilidad e in­certidumbre, es la expresión de cambios importantes que se han producido en las relaciones entre las clases en la sociedad revolucionaria. Es el triunfo o semitriun­fo de determinadas capas o grupos sobre otros. Es el re­flejo de los cambios producidos en la situación interna­cional en el transcurso de los últimos años. Pero estos problemas son de tal envergadura que requieren un análisis especial.

A esta altura sólo se puede decir una cosa. La pren­sa mundial, hostil al bolchevismo, a pesar de todos los errores y confusiones que contiene su evaluación de las distintas etapas y acontecimientos de la lucha interna en la URSS, logró en general llegar al meollo social de esa lucha: la victoria de Stalin es la victoria de las ten­dencias más moderadas, conservadoras, burocráticas, partidarias de la propiedad privada y estrechamente nacionalistas, sobre las tendencias que apoyan la revo­lución proletaria internacional y las tradiciones del Par­tido Bolchevique. En ese sentido no tengo la menor queja respecto a las alabanzas del realismo stalinista que aparecen, con tanta frecuencia en la prensa bur­guesa. Hasta qué punto será sólido y duradero ese triunfo, y cuál será el rumbo futuro de los acontecimien­tos, es harina de otro costal.

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jueves, 14 de abril de 2011

Inmigración

Hace un par de semanas tuvimos una pequeña discusión a raíz del artículo sobre el racismo y creo que merece la pena volver a sacar el tema.

Llegó a mis manos un vídeo de Arcadi Oliveres, un economista de la Universidad Autónoma de Barcelona, en el que comentaba una serie de cosas que debemos tener en cuenta antes de criticar la inmigración.

No me extiendo más, dejo el vídeo y que cada uno juzgue por si mismo, pero desde luego que esto reafirma, una vez más, las conclusiones del artículo sobre el racismo.





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miércoles, 13 de abril de 2011

El derecho de las naciones a la autodeterminación

Hoy nos toca hablar de los pretendidos defensores de los derechos humanos. No se si le pasará a más gente, pero la hipocresía es algo que me parece repulsivo, sinceramente, prefiero que alguien declare abiertamente que es mi enemigo a que se las de de amigo y luego, hablando mal, me de por culo. Pues exactamente eso me pasa con los políticos.

¿Quién no les ha oido hablar sobre el respeto a los derechos humanos? Centrandonos en el tema del título, el derecho de las naciones a la autodeterminación esta recogido entre los DDHH, bien es cierto que es de "tercera generación", pero no por ello deja de ser un derecho que tenemos, o más bien, deberíamos tener, simplemente por nuestra condición humana. Los encargados de argumentar en contra de su aplicación en el estado español, argumentan precisamente que fue un derecho diseñado para resolver los problemas coloniales, y que por tanto no es aplicable en los casos que nos ocupan. Llegados a este punto no podría seguir sin dejaros aquí, como quién no quiere la cosa, el segundo artículo de la declaración:

-Toda persona tiene todos los derechos y libertades proclamados en esta Declaración, sin distinción alguna de raza, color, sexo, idioma, religión, opinión política o de cualquier otra índole, origen nacional o social, posición económica, nacimiento o cualquier otra condición.

Desde el punto de vista de los trabajadores es necesario que se pueda llevar a cabo ese derecho, para acabar con la burguesía es necesaria la unión por encima de las fronteras nacionales, y el conflicto planteado en los términos actuales lo único que hace es dividir a los trabajadores, si se concediera ese derecho los unos dejarían de sentirse oprimidos y los otros odiados, y las cosas serían algo más fáciles, pero lo último que interesa a la cuadrilla de explotadores que rigen el mundo es precisamente eso, facilitar los nexos de unión entre los trabajadores.

Partiendo del dicho popular de que la historia se repite, volvamos al principio del artículo, los políticos de hoy en día hablan de la defensa de los derechos humanos contraviniendo a la propia declaración donde se recogen los mismos, si alguien todavía no sabe por donde voy, lo diré de otra forma, nos dicen que para defender los derechos hay que recortarlos, que en la defensa de las libertades hay que cercenarselas al "enemigo", y, dicho esto, no me puedo despedir sin publicar el último artículo de la primera generación de derechos, los que se redactaron tras la Segunda Guerra Mundial.

-Nada en esta Declaración podrá interpretarse en el sentido de que confiere derecho alguno al Estado, a un grupo o a una persona, para emprender y desarrollar actividades o realizar actos tendientes a la supresión de cualquiera de los derechos y libertades proclamados en esta Declaración.

Sacado de http://enbuscadeeldorado.blogspot.com

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martes, 12 de abril de 2011

Me niego a ser su arma política

El conflicto vasco no es algo nuevo, y aunque es difícil determinar el momento en el que comenzó, seguramente sea en 1875, cuando tras la segunda guerra carlista, los territorios históricos vascos perdieron sus fueros.

Hoy en día, el conflicto ha evolucionado mucho, para bien o para mal, pero es lo que hay. Para mucha gente, todo es blanco o negro, estás conmigo o estás contra mí, sí o no. Desde luego, esta actitud que se da tanto entre unos y otros es un tremendo error que nos lleva a un callejón sin salida.

Muchas veces vemos las similitudes de este conflicto con otro ya terminado (o casi) como es el de Irlanda del Norte. Las realidades no son tan diferentes, pero sí el papel que juega el estado español y el que jugó, en su día, el gobierno británico. El proceso de paz en aquellas tierras fue largo y sobre todo, discreto. Ambas partes tenían claro que el conflicto debía acabarse lo mejor posible y con el menor número de bajas. La negociación fue una pieza clave en la resolución del problema, pero parece que aquí, no lo vemos.

En nuestro caso, tenemos una ley que se sacó un iluminado de la manga con la idea de que el conflicto se acabaría haciendo únicamente dos cosas: sacar de los órganos democráticos a aquellos que, según ellos, son terroristas y deteniendo a todo miembro de ETA. ¿Da este método algún resultado?

La respuesta es clara: NO. El conflicto vasco no está creado por cuatro locos que piensan diferente y matan personas para demostrarlo. Es un tema mucho más complicado, del que mucha gente ve imposible salir, y la desesperación le lleva, muchas veces, a hacer cosas deplorables.

Como ya ha quedado demostrado una y otra vez, ilegalizar una ideología es un método incorrecto y completamente imposible, y lo único que hace es fomentar la desesperación de aquellos a los que se les dice que viven en un estado democrático, pero sin un referente político al que votar. Y no estamos hablando de los cuatro locos de antes únicamente, ¡sino del 10% de la población!

En el caso de acabar con ETA mediante métodos única y exclusivamente policiales, estamos en las mismas. ¿Cuántas veces hemos visto en la televisión cómo la cúpula de ETA era arrestada? ¡Qué casualidad que haya otra!

La represión de ideas no es el camino, el matar por matar tampoco. Tenemos un conflicto terminado que tomar como referente, pero no lo hacemos.

Los vascos y vascas somos, cómo siempre, un arma política más de los partidos que sacan rentabilidad a este conflicto. ¡Y yo me niego!

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sábado, 9 de abril de 2011

Socialismo del s.XXI

¿qué es eso?

Hace un par de semanas que la Izquierda Abertzale presentó un nuevo partido, al que han llamado Sortu. El debate en los medios de comunicación burgueses se ha centrado desde entonces en su legalización o ilegalización. Pero sus estatutos incluyen una novedad fuera de su desmarque de ETA.

¿Y cual es esa novedad? Estatutariamente dicen buscar «construir un socialismo del Siglo XXI en las coordenadas políticas y económicas en que se sitúa nuestra nación». Hemos oído muchas veces hablar de eso que llaman el socialismo del siglo XXI, pero, ¿realmente alguien sabe lo que es?.

Primero es necesario que nos situemos en el contexto en el que surge. La caída de la Unión Soviética dió el pistoletazo de salida para una campaña de ataques sin precedentes contra las ideas del socialismo. La burguesía se sentía fuerte, nos dijeron que su sistema era el único posible, vendieron "el fin de la historia".

Eso provocó la perdida de un referente a nivel mundial para todos los comunistas, aunque la URSS estaba controlada por burócratas y poco se parecía a la de Lenin, la economía planificada suponía un tremendo avance para las aspiraciones de los trabajadores. El colapso desmoralizó a mucha gente que se decía marxista y decidieron abandonarlo, unido a la fuerte campaña de la burguesía llevó a que se hablara de la necesidad de superar las "viejas ideas del marxismo", y sustituirlas por algo novedoso.

El representante más destacado de esta tendencia es Heinz Dieterich, el cual nos prometió una versión del socialismo totalmente renovada, el "Socialismo del siglo XXI". Esta caricatura del socialismo tiene una ventaja, es como un cheque en blanco, nadie sabe realmente lo que significa y se puede rellenar al gusto.

Las propuestas defendidas por Dieterich, como la formación de un bloque latinoamericano para competir con USA o la formulación de su "socialismo", abandonando las ideas de la nacionalización de los medios de producción, la democracia obrera y el control obrero, aunque parezca increible, han encontrado cierto espacio en la izquierda venezolana y latinoamericana, al parecer se ha puesto el término de moda entre los pseudo-intelectuales "progresistas". Tan de moda está que ha cruzado el charco para encontrar eco en un sector importante de la Izquierda Abertzale, aunque no sabemos su alcance real, ya que no ha sido votado por la base. Esto constata el calado del deterioro ideológico de la izquierda y su poco nivel teórico.

En realidad estas ideas no son nada novedoso, no son más que reformismo. Los escritos de Dieterich no hacen sino repetir las ideas de los socialistas utópicos pre-marxistas. Con la diferencia que aquellos eran unos hombres adelantados a su tiempo, en una sociedad capitalista que acababa de nacer. Este cuenta con las refutaciones de Marx y Engels a esas teorías y 200 años de historia del capitalismo. La idea de un "socialismo" sin lucha de clases ni expropiación de los capitalistas no es nueva, pero sí incorrecta.

Es más peligroso el reformismo que la burguesía, al burgués se le detecta facilmente, el reformismo puede llevar a muchos trabajadores bien intencionados a un callejón sin salida. Tenemos que reafirmarnos en la corrección de nuestras ideas, el libro base del marxismo, El Manifiesto Comunista, sigue vigente hoy en día. Ningún libro de economía de aquella época lo está. Explica lo que está pasando ahora, fenómenos como la globalización o la concentración del capital. Las ideas fundamentales son tan válidas hoy como cuando fueron escritas.

Escrito por Liñares para la revista de Gazte Komunistak Araba de marzo de 2011.

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viernes, 8 de abril de 2011

¿Qué le ocurre a la información?

Antes de nada quisiera matizar que la información debe tener dos objetivos u obligaciones fundamentales: informar y formar. La información hoy en día es un negocio, como todo lo que existe en este mundo, sea material o abstracto, el hombre lo transforma en una mercancía, y por lo tanto esta sujeta a intereses particulares por encima de intereses colectivos.

Podemos entender que los intereses colectivos son los de la sociedad, que quiere conocer la verdad objetiva, que necesita tener sentido crítico, que quiere estar formada, que necesita comprender el pasado y el presente para construir el futuro.

Por el contrario los intereses particulares buscan el poder, y por lo tanto el control de masas. Esto se puede ver a lo largo de toda la historia de la humanidad, si un reducido grupo de personas quiere dominar a un grupo mayor solo puede hacerlo si controla la información, porque de esta forma consigue la completa sumisión del grupo mayor. El ejemplo mas sencillo es sin duda la sociedad medieval; la cultura era controlada por la iglesia y por la nobleza, impidiendo a los campesinos esclavos tener un pensamiento crítico del poder. El analfabetismo es represivo por naturaleza.

A día de hoy, el hombre moderno no esta muy lejos de aquellos pobres campesinos analfabetos. De las dos obligaciones que tiene la información, una es determinante, y es la formación. El ser humano de hoy en día, está saturado de información que no conduce a ninguna conclusión, y que el único objetivo que persigue es desorientar al individuo y aislarlo del resto. No pretende formar seres humanos, pretende formar consumidores con miedo, sin sentido crítico, e insensibles. En pocas palabras, de la edad media a la edad contemporánea, hemos pasado, del mas completo analfabetismo sumado a las supersticiones, al control absoluto del flujo de información y de su posterior interpretación a través de la educación de las masas, ¿Acaso no es esta la realidad? El marketing moderno, nos practica una lobotomía diaria, los telediarios privados o públicos manipulan la información según sus intereses, y el negocio del entretenimiento, o mejor dicho, lo que popularmente se denomina “telebasura” nos evade de la realidad para introducirnos en otro mundo donde nos venden un conglomerado de emociones de plástico o mierda básicamente. Esto es fundamentalmente con lo que crece la sociedad moderna, y nos convertimos en lo que vemos, como no puede ser de otra forma.

Fuente: http://elcontroldelainformacion.blogspot.com

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jueves, 7 de abril de 2011

Conceptos básicos del comunismo


El comunismo se rige por un principio fundamental: “De cada cual según su capacidad, a cada cual según su necesidad”. Gracias a esta base, se consigue la total igualdad social de la sociedad comunista. Exige a todo miembro de la sociedad que trabaje con plena entrega sus aptitudes, participe en la administración de los asuntos sociales, eleve su nivel cultural y observe las normas de la convivencia comunista.

Esto es posible porque dentro del comunismo, el trabajo deja de ser una una obligación, convirtiéndose en una necesidad vital para el conjunto de individuos que conforman la sociedad comunista. Gracias a este sistema, el obrero, trabajador o proletario se siente realizado, ya que colabora consigo mismo y con toda la sociedad.

El comunismo no establece la igualdad de necesidades, sino la igualdad de capacidades y condiciones para satisfacerlas, por lo que el trabajo comunista es un trabajo gratuito, en beneficio de la sociedad y no en el de unos pocos.

Para lograr el comunismo hay que pasar por el socialismo, en el que se elimina el capitalismo mediante la dictadura del proletariado, es decir, trabajar por el beneficio de la mayoría. En este proceso los trabajadores someten a los explotadores y se elimina la burguesía. Sus principales características son la planificación de la economía, la propiedad social de los medio de producción y sobre todo, la abolición definitiva de la explotación del hombre por el hombre.

Una vez alcanzado el socialismo, se empezaría la transición al comunismo, teniendo ya la mayoría de la sociedad una conciencia de clase y una moral comunista; poniendo fin a todo vestigio del capitalismo como la codicia, el parasitismo o la avaricia.

Los principales puntos de la sociedad comunista son: la autogestión social, la desaparición progresiva del estado y la moral socialista. La autogestión social se basa en que los trabajadores llevan la administración y gobierno de su lugar de trabajo. Gracias a la desaparición del estado se consigue una fusión de etnias y naciones, dando lugar a una sociedad comunista global; dejando claro que el comunismo en un sólo país es inviable.

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miércoles, 6 de abril de 2011

Manifestación de los sindicatos nacionalistas

El nacionalismo es algo que el capitalismo ha aprovechado y fomentado siempre para separar a la clase trabajadora de todos los lugares en líneas nacionales. Desde su punto de vista, es algo muy lógico, ya que si les ganamos en número, tienen que dividirnos para poderse mantener por encima de nosotros.

Dicho esto, el sindicalismo nacionalista no tiene demasiado sentido, ya que fomenta esa separación en líneas nacionales que la burguesía quiere y esto lo saben muchos militantes; y parece que ahora también sus dirigentes.

La convocatoria de la manifestación de ayer fue totalmente exitosa, cerca de un centenar de autobuses llenos trasladaron a unos 5.000 militantes y simpatizantes de estos sindicatos, en algunos casos con viajes que superaron las 10 horas. Fue una clara demostración de fuerza y del rechazo a los sindicatos estatales que firman una reforma tras otra, CCOO y UGT, cantando consignas como “Comisiones y UGT, el plumero se os ve” o “Comisiones y UGT sindicatos del poder”.

Tras una corta manifestación, de apenas 850 metros, frente al ministerio de trabajo, se organizó una pequeña fiesta en la que las gaitas galegas y una txalaparta amenizaron el día y recompensaron a todos aquellos que apenas dormimos en toda la noche. Después llegó el momento de que los secretarios generales de los sindicatos convocantes hablaran frente a sus militantes.



En primer lugar lo hizo Ainhoa Etxaide, secretaria general de LAB, con un claro “no vamos a renunciar a la confrontación". A continuación lo hizo Souso Xeixo, secretario general de CIG de Galicia, quién recalcó el compromiso de la clase trabajadora que se estaba demostrando en ese acto. Finalmente intervino Adolfo Muñoz, secretario general de ELA, con un contundente “no nos resignamos, como hacen otros como pollo sin cabeza, que están al servicio del capital”.

Una vez finalizado el acto, el gran compañerismo entre sindicalistas de diferentes regiones se demostró con un intercambio de banderas y pegatinas, calurosos saludos y apoyos mutuos para seguir con la lucha.

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lunes, 4 de abril de 2011

¡No al mal menor!

En esta época de crisis, “era el mal menor” se ha convertido en una frase bastante más que popular. Esta aceptación se está convirtiendo en algo más que preocupante.

Durante el último siglo y medio, la clase obrera ha luchado incesantemente por sus derechos, consiguiendo el ahora tan discutido estado de bienestar entre otras muchas cosas, las que por cierto, nos están quitando poco a poco, muchas veces sin apenas enterarnos o simplemente, aceptándolo.

Recuerdo una discusión en particular, al día siguiente del último recorte a nuestras futuras pensiones, en la que un delegado sindical de CCOO, uno de los firmantes del pacto, aceptaba el recorte en sus derechos sin rechistar, renunciando a una conquista que costó mucho a trabajadores hace años. Por eso, reflexioné sobre si aparte de no poder permitir que nos quiten lo que es nuestro por principios, también teníamos que luchar contra esa reforma por responsabilidad con aquellos que en algún momento lucharon por ello, dando a veces, su vida para ello.

Tenemos que entender que si estamos en la situación económica en la que estamos, no es culpa de nosotros, de la supuesta “clase media” que los políticos nos vendieron durante los años de boom económico, en los que los empresarios se llenaban los bolsillos a costa de nuestro trabajo. Por supuesto, nosotros estábamos contentos con esa situación ya que nuestro nivel de vida subía poco a poco. La única razón de nuestra situación actual es la avaricia de los jefazos que en plena crisis, siguen comprando el Mercedes nuevo cada año mientras recortan plantilla porque no hay beneficios.

No podemos aceptar el mal menor, porque el mal menor no existe. El mal menor es un mal, algo que no nos conviene y que no podemos asumir, ya que allanamos el terreno para la próxima puñalada, que seguro, será más fuerte.

¿Estaremos dispuestos a recibir esa puñalada?

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viernes, 1 de abril de 2011

Fukushima: el cable que no encaja


Como ya escribí la semana pasada, ha habido (y de hecho sigue habiendo) mucha propaganda e información manipulada sobre lo que pasa en aquella central nuclear, por lo que me gustaría hacer una recapitulación de lo que pasó aquél 11 de marzo, en los primeros instantes tras el terremoto.

Cuando el terremoto se sintió en la central nuclear, todos los sistemas de seguridad entraron en acción, y las barras de control de la reacción se insertaron en el núcleo en cuestión de segundos. Esta acción empezó a reducir la actividad en el reactor, pero obviamente, se tarda semanas en pararlo por completo, por lo que se sigue necesitando una fuente de refrigeración, y esta, electricidad.

A causa del terremoto de 9 grados en la escala de Richter, las conexiones eléctricas a la central quedaron destrozadas y los generadores de energía de la planta se pusieron en marcha automáticamente para suministrar energía al sistema de refrigeración y mantener así, la actividad del reactor controlada. Todo había funcionado perfectamente en los primeros minutos, todo estaba controlado y parecía que la cosa quedaría ahí.

Pero no fue así, y que apenas un cuarto de hora después de el terremoto, llegó el tsunami, que arrasó los edificios que albergaban los generadores diesel que proporcionaban la energía al sistema de refrigeración, dejando de nuevo a la central sin electricidad. En este momento, la fuente de energía volvió a cambiar, pasando esta vez, a las baterías de emergencia. Estas enormes baterías son capaces de mantener el núcleo refrigerado durante ocho horas, tal y como hicieron, dando tiempo a buscar una fuente de energía alternativa: los generadores diesel móviles.

Estos generadores móviles, llegaron a tiempo al complejo electronuclear, para suministrarle energía otra vez, recargando las baterías y manteniendo el núcleo refrigerado. Aquí es cuando realmente, falla, pero que bien, todo el tinglado montado: el cable no encaja; haciendo imposible todo suministro de energía al sistema de refrigeración.

Una vez pasadas las ocho horas, las baterías se agotaron y la central se quedó sin suministro energético y a partir de aquí, se empezó a especular con fusiones del núcleo, escapes radiactivos... pero eso ya será para el siguiente capítulo.

Este inaceptable fallo humano, derivado de una falta de previsión que llega a límites insospechados, ha causado unas increíbles pérdidas económicas; aunque estas pérdidas no son nada comparadas con la hipoteca medioambiental a la que han condenado a toda la zona y a generaciones y generaciones de japoneses.

Fuente: http://www.cienciakanija.com/

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