martes, 12 de abril de 2011

Me niego a ser su arma política

El conflicto vasco no es algo nuevo, y aunque es difícil determinar el momento en el que comenzó, seguramente sea en 1875, cuando tras la segunda guerra carlista, los territorios históricos vascos perdieron sus fueros.

Hoy en día, el conflicto ha evolucionado mucho, para bien o para mal, pero es lo que hay. Para mucha gente, todo es blanco o negro, estás conmigo o estás contra mí, sí o no. Desde luego, esta actitud que se da tanto entre unos y otros es un tremendo error que nos lleva a un callejón sin salida.

Muchas veces vemos las similitudes de este conflicto con otro ya terminado (o casi) como es el de Irlanda del Norte. Las realidades no son tan diferentes, pero sí el papel que juega el estado español y el que jugó, en su día, el gobierno británico. El proceso de paz en aquellas tierras fue largo y sobre todo, discreto. Ambas partes tenían claro que el conflicto debía acabarse lo mejor posible y con el menor número de bajas. La negociación fue una pieza clave en la resolución del problema, pero parece que aquí, no lo vemos.

En nuestro caso, tenemos una ley que se sacó un iluminado de la manga con la idea de que el conflicto se acabaría haciendo únicamente dos cosas: sacar de los órganos democráticos a aquellos que, según ellos, son terroristas y deteniendo a todo miembro de ETA. ¿Da este método algún resultado?

La respuesta es clara: NO. El conflicto vasco no está creado por cuatro locos que piensan diferente y matan personas para demostrarlo. Es un tema mucho más complicado, del que mucha gente ve imposible salir, y la desesperación le lleva, muchas veces, a hacer cosas deplorables.

Como ya ha quedado demostrado una y otra vez, ilegalizar una ideología es un método incorrecto y completamente imposible, y lo único que hace es fomentar la desesperación de aquellos a los que se les dice que viven en un estado democrático, pero sin un referente político al que votar. Y no estamos hablando de los cuatro locos de antes únicamente, ¡sino del 10% de la población!

En el caso de acabar con ETA mediante métodos única y exclusivamente policiales, estamos en las mismas. ¿Cuántas veces hemos visto en la televisión cómo la cúpula de ETA era arrestada? ¡Qué casualidad que haya otra!

La represión de ideas no es el camino, el matar por matar tampoco. Tenemos un conflicto terminado que tomar como referente, pero no lo hacemos.

Los vascos y vascas somos, cómo siempre, un arma política más de los partidos que sacan rentabilidad a este conflicto. ¡Y yo me niego!

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